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La amenaza de guerra N° 543 de Corea del Norte es la quingentésima cuadragésima tercera vez que el líder de turno de Corea del Norte amenaza con arrojar bombas nucelares en alguna parte. Ocurrió entre marzo y abril de 2013 y cayó en el olvido entre abril y mayo... también de 2013.
Amenazar con lanzar bombas, misiles, petardos, coches de películas de Hollywood o cualquier otra cosa que explote es el pasatiempo norcoreano favorito. Es una tradición ancestral que se transmite de generación en generación: amenazaba el abuelo Kim Il-sung, amenazaba papá Kim Jong-il, amenaza Kim Jong-un y se prevé que en un futuro amenace su hijo Kim Dot-com.
Es un acto tan arraigado en la cultura y en la sociedad, que los ciudadanos van al cine solo para amenazar a la pantalla con que la van a hacer estallar. Consideran que un niño se hace hombre el día que amenaza a una chica con hacerla estallar (literalmente, de copular no hablan hasta los 35 años). Todo estalla en Corea del Norte.
El problema es que Kim Jong-un no es un líder muy brillante y como militar es pésimo. La propaganda coreana dice que el joven mató a todo un batallón utilizando granadas de mano, lo cual es cierto, pero omiten decir que fue su propio batallón después de quitarle el seguro a todas las granadas para hacerse un collar.
Muchas veces quisieron echarlo de las Fuerzas Armadas por bruto pero papi Jong-il no lo permitía. Era tan bruto que estrellaba los aviones de la Fuerza Aérea antes de haber despegado. Tan bestia que siempre que salía a dar una vuelta con el Panzer volvía con un pinchazo en la rueda. Tan animal que consiguió hundir todos los barcos, lanchas y buques de su Armada, pero en cambio el submarino flotaba. De todas formas egresó del Ejército con honores inventados para él, como la Medalla Kim Jong-il por Logros Destacados en el Campo de la Excelencia.
Harto de que se burlaran de su torpeza, de su pito chico y de que su mamá le cortaba el cabello, un día Kim Jong-un estalló. Decidió declararle la guerra a Corea del Sur porque está cerca y los misiles que tiene no llegan más lejos. Como nadie le hizo caso, ordenó comprar unos misiles a Irán a través de eBay. Luego arrejuntó a la prensa internacional y les dijo que destruiría el mundo si no le daban "un millón de dólares".
La gente comenzó a correr en círculos, hexágonos y paralelepípedos, tomándose la cabeza con ambas manos y gritando "Vamos a morir, VAMOS A MORIR".
Los líderes de todas las religiones y sectas salieron a la calle con carteles que ponían "Entrada al Cielo/Paraíso/Valhalla Campo € 100 - Plateas € 200 - Palcos € 500"
Mientras tanto el caos continuaba, la gente quemaba coches, saqueaba supermercado coreanos y fornicaba con osos de peluche. Los enviados especiales de los noticieros arrojaban el micrófono y se metían una raya ante las cámaras.
Veinticuatro horas después todo comenzó a apaciguarse. La gente descubrió horrorizada no solo que Kim Jong-un no había cumplido con sus amenazas, sino que además habían hecho cosas horribles durante el frenesí: hombres que despertaban en la cama de su mejor amigo desnudos y con un escozor en el culo, frikis que descubrían un tatuaje de Daddy Yankee en el brazo, canis que se encontraban en una biblioteca con el Quijote abierto y personas normales que recibían un correo electrónico agradeciéndoles por haberse registrado en La Frikipedia.
Pasados unos días ya nadie le daba mayor importancia al asunto. Ni siquiera el propio Kim, que se había enviciado con el Candy Crush y se olvidó por completo de destruir al mundo.
Solamente la prensa publicaba noticias de relleno con datos estadísticos y encuestas. Por ejemplo, según una encuesta, al 25% de la población la situación de Corea le daba igual, al 25% le importaba un comino, al 25% le importaba un bledo y al 25% restante le era indiferente. Los analistas políticos por su parte debatían si esta fue la amenaza N° 543 o la N° 544, una cuestión no menor, ya que es importante saber si la próxima será la N° 544 o la N° 545.
En la actualidad ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts están trabajando para diseñar un algoritmo que permita predecir cuándo volverá a amenazar Corea del Norte y quién será la víctima. El objetivo no es evitar la histeria colectiva, sino utilizar estos datos para ganar apuestas en bwin que paga hasta € 5,50 por acertar cuándo y cómo volverá a pasar.
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